Si el Estado no es capaz de garantizar la seguridad de sus ciudadanos, ¿para qué existe?
noviembre 02, 2024
El desastre que ha sacudido en España no sólo es el resultado de un fenómeno climático extremo, sino de una alarmante cadena de errores institucionales. A pesar de las advertencias meteorológicas que indicaban el peligro inminente, las autoridades actuaron con una lentitud inexcusable, emitiendo alertas apenas cuando el caos ya era inevitable. La tardanza en la activación de servicios de rescate y la escasez de recursos han dejado en claro que las instituciones, al parecer, están diseñadas más para un sistema de horarios cómodos que para enfrentar emergencias.
Lo que resulta indignante es que, aún cuando los expertos ya habían advertido sobre la peligrosidad de esta DANA, muchas empresas continuaron obligando a sus empleados a trabajar sin tomar medidas de precaución. Los ciudadanos quedaron atrapados en un sistema que antepone el interés empresarial sobre la seguridad humana, forzados a arriesgar sus vidas en un ambiente que el propio Estado no era capaz de proteger. La falta de responsabilidad ha dejado una estela de muerte y destrucción, con una reacción oficial que ha llegado demasiado tarde, mientras familias ya lloraban a sus muertos y buscaban a sus desaparecidos.
En un país que sufre cada vez más fenómenos climáticos extremos, es inadmisible que las administraciones se muestren tan incompetentes y desconectadas de las necesidades reales de la población. Valencia no necesita promesas, necesita una transformación radical en la gestión pública y la seguridad ciudadana. Este desastre debe ser un llamado a la acción para implementar planes de emergencia sólidos, protocolos efectivos y políticas públicas que prioricen a las personas por encima de intereses burocráticos o empresariales.
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