La verdadera rivalidad está en el campo y debe quedarse ahí
octubre 26, 2024Estamos convirtiendo el fútbol en algo parecido a la política, donde el odio entre rivales no termina y la prensa, siempre partidista, calienta los ánimos, busca polémicas y engaña al espectador. En lugar de fomentar una competencia sana, que celebre el talento y el esfuerzo, el fútbol se ha transformado en un escenario de divisiones que muchas veces exceden los límites del deporte. Hoy en día, los medios juegan un papel crucial en este conflicto, creando narrativas que exacerban la rivalidad y haciendo que los fanáticos se olviden de la verdadera esencia de este deporte: la pasión y la emoción, pero con respeto y sin agresión.
No es así como debería ser. El fútbol es, ante todo, un deporte, y la rivalidad debería ser siempre temporal y sana. Así como una competición entre equipos busca la superación y la mejora, también debería inspirar respeto y empatía por el rival. Sin embargo, en lugar de disfrutar del juego como una experiencia compartida, se fomenta la hostilidad, y lo que debería ser una celebración del talento y del esfuerzo físico se convierte en una batalla sin tregua. Recordemos que al final, los jugadores se saludan, se respetan, y son colegas que comparten una misma pasión, mientras que los fanáticos quedan atrapados en un ciclo de rivalidades inflamadas por los medios.
El problema también radica en la enorme idolatría que gira en torno a los futbolistas. La fama y la influencia que estos deportistas alcanzan en la sociedad opacan la importancia de otras profesiones cruciales. El día que un científico, un médico o un maestro tenga más impacto social que un futbolista, habremos evolucionado como sociedad hacia algo más positivo. Porque mientras el fútbol es una forma de entretenimiento, quienes investigan para curar enfermedades, educan a futuras generaciones o enseñan sobre el universo son quienes construyen el verdadero progreso. En este sentido, los futbolistas tienen cero impacto en muchos aspectos esenciales de nuestras vidas, pero se les otorga una relevancia desproporcionada.
Como sociedad, deberíamos reevaluar nuestros valores y el tipo de impacto que queremos apoyar y promover. El fútbol es un deporte bello y puede ser una herramienta para unir, no para dividir. Por tanto, es hora de recordar que la verdadera rivalidad está en el campo y debe quedarse ahí.
0 comentarios