El ego y las redes sociales

enero 29, 2023

Antes ser popular estaba muy supeditado a la genética (belleza, ser bueno en un deporte, etc), con las redes sociales y la llegada de los influencers, se generó la sensación errónea de que todo el mundo podía ser popular.

Antes de la llegada de las redes sociales, la popularidad de un adolescente no traspasaba las paredes de su instituto. Si habías hecho tal o cual gamberrada... en cualquier caso, su popularidad se extralimitaba a un círculo cercano. Con la llegada de Tuenti o Facebook, la cosa cambió, y a la popularidad anterior... se añadió la de las notificaciones. 

Por un lado, se abría el abanico de posibilidades para ser popular, es decir, quién antes no era popular, ahora sí podía serlo por otras razones: buen fotógrafo, dibujante... se podía visibilizar otro tipo de aptitudes y, por tanto, colectivos marginales ya no lo eran. Además, estos colectivos marginales, encontraban a otras personas con las que contactar y, personas que vivían en ciudades pequeñas, podían conocer a gente afín fuera de su círculo habitual.

Pero, las redes sociales son un canal de ida y de vuelta... y, con la necesidad de tener esa popularidad,  empezaron las ganas de recibir notificaciones. Si querías más notificaciones, tenías que generar más contenido. El estar rodeado de gente, porque eso era lo que entendíamos por popularidad... quedó en un segundo plano. 

A raíz de los comentarios en las fotos, las fotos de perfil y a esa relevancia de las notificaciones, nos fuimos centrando en nosotros mismos, en recibir sólo nosotros la atención. Por lo tanto, esas fotos de grupo fueron relegadas a segundas posiciones en las galerías (o a directamente desaparecer). Y no hablo solo de dejar fuera a amigos, si no también a familiares y parejas.

¡Por qué hemos cambiado la popularidad (que fuera mala o buena es otro tema) real de cercanía por una popularidad que se transmite a través de una pantalla! ¡El espacio que le hemos dado a lo digital en poco tiempo es abrumador! Ha desaparecido la ética y la moral y predomina el egoísmo. Como os decía antes, estamos asistiendo a la victoria del ego sobre todo lo demás, y es algo peligrosísimo que aún podemos parar a tiempo.


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