Sigo en pie por ti

julio 15, 2020

Confieso que estoy, en estos momentos, realmente agotado por soportar en mis hombros, día tras día, el peso de idiotas, hipócritas y personas de escasa o nula inteligencia, que vienen a este mundo con el único propósito de que, todo ser terrenal que se aprecie, nade en la infelicidad y miseria que imparten.
 
Se dice, algo así, como que el día en el que, todos los gilipollas se pongan de acuerdo y vuelen... no veremos el cielo. Yo siempre digo que vivo en un estado perpetuo, en el que como forúnculos en el culo, se afanan determinados payasos en que note su presencia. ¡Y más lejos de la realidad!.

Por mucho que duela o escuece determinados comportamientos, no les doy la  "pomada" que requieren pues, la rabia que me generan y las ganas de aplanar el camino que, día sí y día también, se apuran en llenarme de piedras, me hace recorrer, mucho o poco, según se mire, todo de la única manera que sé, a mi manera. Y por ahora no me quejo. Y les jode, con razón o no.

Hoy, por el contrario, no se por qué, desde los claros de la mañana, irradio placidez y mi humor es inmejorable. Reconozco que, suelo ser bastante hijo de puta, sobre todo, a estas horas inapropiadas en las que no puedo prácticamente ni con mi alma. No sé por qué estoy feliz, no encuentro ningún motivo aparente, especial, que me haga sentir este buen rollo, este orgasmo anímico.

Y dado lo atípico de la situación pues, soy un bicho malo, mal nacido, falso, déspota, egoísta, vividor... y toda esa retahíla de "piropos" que me ofrecen, día sí y día también, mis fieles seguidores... mis enemigos declarados, aunque más bien considero que son fans confundidos, frustrados. Por cierto, algunos se mueven públicamente, otros cono gusanos en el anonimato... después de tanto, de tanto remover el café, de ordenar mi cabeza podrida... sigo, a estas alturas, sin encontrar ni un sólo motivo que haya hecho que me levantara feliz, de buen humor. Es más, intentando escribir sobre ello, he sido incapaz de reflejar mi situación de manera precisa mediante el uso de palabras.

Sin embargo, una imagen, se repite una y otra vez cuando pretendo encontrar vocablos que reflejen mi sentimiento. Aún así busco algo que escribir, algo que contar; imposible, todo mi bienestar gira en torno a esa imagen. La imagen: una imagen inolvidable por los siglos de los siglos, es la imagen con mayúsculas, la única. Seguramente alguien la habrá adivinado ya. La imagen es un pequeño en compañía de sus padres. La imagen, germen de mi buen humor, es la de mi hijo riéndose francamente, disfrutando por el mero hecho de estar vivo y, haciéndome disfrutar por el mero hecho de estar vivo. Ahora ya puedo asegurar que todo es fruto de la vida, de la vida que encierra la sonrisa de mi hijo.
 
No quiero despedirme sin decir que, ayer, hicieron seis años desde que me casé con mi esposa. Seis años desde aquel momento en el que tenía, todo hay que decirlo, el cuerpo como un flan repleto de nervios, ante dicho evento, nuestro matrimonio civil. Un mes más tarde, zarpé rumbo a Transilvania para casarme por el rito ortodoxo. Dos bodas ya tengo en mis espaldas. Ya les contaré, con más detalle, sobre ello... Pues bien, para esa ocasión, hice un Tiramisú. Les dejo la imagen que
corresponde a mi preparación. Un saludo.
 
Tiramisú que he elaborado para celebrar mi sexto aniversario de boda.



 

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