Hoy más que nunca creo que necesitamos volver al campo y reconectar con nuestros orígenes. Antiguamente, muchas personas abandonaban los pueblos en busca de oportunidades en las ciudades, pero la vida rural siempre ofreció recursos sostenibles y un ritmo más humano, donde el trabajo y la naturaleza coexistían de forma equilibrada.
El campo nos recuerda lo esencial: alimentación sana, contacto con la tierra y una comunidad cercana. En la España rural de antes, la vida podía ser dura, pero también justa y suficiente, con menos desigualdades y una economía más basada en lo tangible que en el consumismo exacerbado.
Es hora de dejar de lado el capitalismo brutal y el exceso de consumismo que nos aliena y nos distancia de lo verdaderamente importante. Recuperar la conexión con la tierra no es un retroceso, sino una forma de vivir más plena, sostenible y consciente, donde lo que se produce tiene sentido y el tiempo recupera su valor.
